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Eucalipto: el árbol del papel

Se trata de una especie arbórea que puede llegar a alcanzar los 50 m de altura, de hoja perenne, con la copa muy grande y densa, el tronco grueso, con corteza caediza, lisa, blanca con tonos pardos o rojizos que con los años puede llegar a desprenderse por completo. Las hojas juveniles son alargadas, con el ápice en forma de pequeña punta, sin pelos, mientras que las adultas, son algo más anchas y el ápice más o menos acuminado, de color verde. Las flores se reúnen en inflorescencias de tipo umbela, dispuestas en las axilas de las hojas, formadas cada una por entre 5 y 12 flores. El fruto es una cápsula de 5 - 8 mm, subgloboso u ovoideo, con numerosas semillas en su interior.

Es un árbol originario de Australia. En la Península aparece por casi toda el área de clima mediterráneo templado y cálido, desde el nivel del mar hasta algo más de 800 m, donde presenta mucha resistencia a la sequía y un rápido crecimiento. Soporta la presencia de cal en el suelo hasta cierto punto, pues su exceso le produce clorosis. Especie maderera. Por su gran crecimiento y su agresividad, no es árbol recomendado para jardines y, mucho menos cerca de edificaciones. Necesita grandes espacios para poder desarrollarse con libertad.

Es una especie de plena luz, con temperamento robusto. Proporciona una fresca sombra aunque no sea muy densa. No soporta la competencia de luz con otras plantas. Especie resistente a la polución y a ambientes contaminados. Tolera ambientes costeros, utilizándose en segunda línea de mar. En antiguos paseos marítimos podemos ver a la especie resistir los fuertes vientos desecantes y salinos. Muy alta resistencia al viento. En la península ibérica hay ejemplares que superan los 150 años. Generalmente es una especie que en buenas condiciones pueden vivir dos o tres siglos, siempre y cuando no hayan sido recepados ni tratados con podas excesivas.

Porqué elegir una editorial sostenible

En muchas ocasiones nos encontramos en la disyuntiva de tener que escoger entre una empresa u otra para decidir cuál va a suministrarnos determinado servicio o producto que necesitamos en un momento dado. Está claro que el precio es uno de los factores que hacen inclinar sensiblemente la balanza, también la calidad que nos ofrecen con sus garantías a posteriori, después de pagar la consabida factura, inciden en nuestra tranquilidad de cara al futuro y empujan el platillo a uno de los lados. Pero casi nunca le damos prioridad o importancia a nuestra filosofía ética en este reparto de poderes que determinan el voto final de la elección más adecuada y acorde con nuestros principios. Por ejemplo, confiamos plenamente en un banco que nos da un buen servicio y no nos cobra comisiones o tiene unos intereses muy bajos y asequibles, pero si nos dicen que nuestros ahorros los destinan también, como otra inversión más, a la financiación de armas para las guerras que actualmente vemos todos los días en los telediarios, entonces nuestra conciencia se quedará tocada seguramente y nos llevará, bien a ignorar esta triste realidad y mirar hacia otro lado, o bien, si nuestros principios los tenemos bien arraigados, cancelar esa cuenta y cambiarla a un banco que sea capaz de no vender a su madre con tal de hacer negocio a nuestra costa. 

Si trasladamos estos principios a una editorial, por supuesto, una de las razones de peso que te hacen elegirla para que haga de lanzadera de tu próxima obra literaria, es la seguridad de que tu libro está hecho con materias primas sostenibles y con un proceso responsable y consciente que permita la no agresión al medio ambiente en ninguno de sus pasos productivos. Cuando tienes un libro así en tus manos, puedes sentir de nuevo el olor de la tinta sin elementos metálicos contaminantes, o el papel natural sin blanqueantes químicos y que además provienen de bosques donde cada árbol que se ha utilizado en la fabricación del mismo ha sido sustituido por otro que permitirá que nunca se pare el ciclo esencial de vida de la masa forestal de nuestro planeta.

Por eso, el sello de ECOEDICIÓN que lleva cada uno de nuestros libros es una distinción que está por encima incluso de nuestra propia marca editora, porque ese distintivo es el que nos obliga a ser responsables y coherentes con un entorno natural donde no hay que olvidar nunca que estamos de paso, por tanto, seamos conscientes de que solo una política conservacionista y protectora de nuestros recursos naturales nos llevará a una buena administración de éstos. El cambio climático es un hecho dramático que ya está dando sus temidos y previsibles resultados, la penosa actitud negacionista de muchas políticas nefastas no han hecho más que empeorar las consecuencias, y solo el tener una actitud éticamente responsable por parte de cada uno de nosotros hará que podamos parar este proceso destructivo comparable a las épocas de los grandes cataclismos que trazaron nuestros continentes, océanos y espacios vitales. Pero la naturaleza es inteligente y reclamará lo que es suyo, más tarde o más temprano. Aún estamos a tiempo de elegir.