Todos los caminos conducen al arte

Es la primera vez que me enfrento a una tarea de esta magnitud. Dicen que para poder morir tranquilo tienes que haber tenido un hijo, plantar un árbol y escribir un libro. Las dos primeras ya las había conseguido, pero nunca me imaginé que podría conseguir la última.

Desde edad temprana he sido una lectora apasionada, afición que me inculcó mi madre, a la que siempre veía en sus ratos ociosos con un libro en sus manos. Y yo, a escondidas, era capaz de pasar la noche en vela con tal de terminar el libro que me tenía totalmente cautivada.

El pasar de los años, me hizo interesarme por la escritura. ¿Sería capaz de plasmar en un papel lo que sentía o mis inquietudes? Empecé a escribir para mí y los “míos”. Primero a mis familiares y amigos en diferentes acontecimientos, pero me di cuenta de que no se me daba tan mal…

Las circunstancias del destino me pusieron en contacto con el escultor Pepe Chica, con el que tramé amistad y despertó en mí también el probar con otras disciplinas del arte como son la escultura y la pintura. Entre charlas cotidianas, surgió la oportunidad de ponerle voz a sus esculturas para una pequeña exposición. De esa pasamos a otra y, por último, nos planteamos este libro. En cada palabra que escribo, dejo una parte de mi alma que se renueva constantemente en la búsqueda de nuevas experiencias. 

Mi profesora de escritura creativa, Cristina Soriano, nos comentó (uno de esos viernes fabulosos en los que la imaginación y la pluma vuelan sobre el papel), una frase que se me quedó grabada: “El arte es como un círculo abierto en el que el lector, el oyente, el espectador, da su interpretación y termina cerrando el círculo”. No puedo estar más de acuerdo con ella.

En este libro que tienes entre tus manos se encuentran los pensamientos y sentimientos de dos personas que, por pura casualidad, se conocieron y conectaron de cierta manera. Pepe, con su barro y sus esculturas, da rienda suelta a sus sentimientos y emociones más profundos y yo, con mis palabras, le doy voz a todo ello, incluso aportando también mi pensar y sentir.

Ahora queda en ti, querido lector, que cierres el círculo. Interpreta la obra a tu manera, déjate guiar por tus emociones, hazla tuya y disfruta de ella.

Marta Pariente