Reunidos con el Sol

Mercedes regresa de nuevo, asomándose tras la valla de sus sueños como esa niña curiosa de cabellos acaracolados de la que nunca pudo ni quiso desprenderse. Una risa contagiosa sigue sin atreverse a bajar de su trémula boca mientras nos llama a todos para reunirnos con el SOL. Nadie es capaz de negarle el gesto, y como esa reunión de amigos en la plazoleta empedrada de su vida, allí acuden dichosos corriendo en todas direcciones para no perderse el momento.

En su habitación quedó muda la vieja máquina de escribir versos, algunas hojas volaron en el tiempo y consiguieron llegar más allá del tintineo acompasado de las letras pulsadas, para aterrizar al fin junto a este ramillete de poemas que traza la luz del presente, y con ella, la plena madurez que la poeta lleva consigo.

Vencerá y convencerá, como la férrea proclama silogista de Unamuno, para traernos a estas páginas de la colección Caura, lo mejor de su cosecha y de su propia conciencia, en ese infinito querer que perdura en el espacio que le rodea, y por supuesto, a todos los que viven en su vida que no necesitan llamar a la puerta de su alma de niña con los ojos llenitos de amor.