La abstracción del paisaje

Con frecuencia, nos atrevemos a interpretar en ese breve lapso de tiempo que nos permite la contemplación de una obra pictórica, todos los sinuosos caminos que nos ayude a la delectación y disfrute de la misma, mientras admiramos, ad libitum las cualidades que la nueva aventura de la artista en cuestión, ha lanzado al mundo.

Reyes Alcaide lo ha conseguido, su larga trayectoria en el mundo de la pintura, a donde llegó casi por accidente, pero al mismo tiempo con el corazón atribulado por el descubrimiento de los impresionistas. Monet, Degas, Pissarro... todos ellos fueron dejando en su alma inquieta, una huella indeleble que, a modo de señales, le iban indicando el camino por donde transcurrir el devenir de cuanto le esperaba y que, sin duda, la marcaron profundamente en su itinerario artístico.

En todas sus obras nos invita a un paseo sin tiempo, pero quedándonos en el sitio para que podamos disfrutar de los elementos. Por eso, los personajes que aparecen en sus cuadros están vivos en su naturaleza expresiva, forman parte de la escena de manera vital, lo cual le aporta fuerza y dinamismo a la abstracción del paisaje que tanto ha creado nuestra autora, su medio tan versátil como íntimo, y donde mejor sabe manifestarse. Sus bosques son tan profundos como insondables, pero al mismo tiempo los puedes contemplar en primer plano. Su serie dedicada al agua es toda una burbujeante explosión tanto colorista como cargada de millones de gotas que parecen saltar del lienzo y refrescarnos la contemplación. Al igual que sus mares, siempre eternos, siempre con el rebalaje a tus pies.

Nada se le resiste a Reyes Alcaide cuando se trata de navegar, con los pinceles como timón, por las inmensas colinas siempre retadoras, de su naturaleza más abrupta, con la necesidad de expresarse con un impulso que solo conocen unos pocos, los que saben mirar.