El abuelo

Dicen que el día que vemos lo que antes no veíamos es que nos hemos puesto a recorrer alguno de los caminos que están en nuestro interior. De esta manera accedemos a la memoria común de la humanidad. Vicente Seguí con esta obra ha querido encontrar esa memoria común que está presente en todos nosotros: el viaje de la existencia de nuestros antepasados. 

Él dice en su obra: «Yo nunca dediqué mucho tiempo a pensar en mis antepasados; era algo que dejé debajo de la alfombra escondido. Hasta que llegó un momento en que supe que tenía que hacerlo. Que no podía dejar pasar la oportunidad: escribir de esa asignatura pendiente que siempre había tenido aparcada. Y podía hacerlo compartiéndolo… en esta obra. La oportunidad se convirtió en necesidad, tal vez no muy diferente a lo que le haya ocurrido a cualquiera que hubiera deseado encontrar sus patrones herenciales. Me interesó mucho esta posibilidad: descubrir un lugar de encuentro gozoso entre la realidad y la ficción en tiempos del Abuelo, al que no conocí, pues cuando él falleció yo no había nacido. Lo que tuve claro es que debía hacerlo: podía reconciliarme con mis fantasmas, ordenar mis ideas, escarbar en un tiempo distinto al mío, y que este era el momento de hacerlo».

La historia es simple: en 1918, un adolescente, recién casado y con una hija, viajará por media España y cruzará el norte de África para deslomarse por el mítico territorio de Casablanca, y posteriormente por el Protectorado español. Hizo este recorrido como los vientos lo empujaron, se cobijó de ellos como pudo, los esquivó y siguió sin conocer su final. Seguí narra el recorrido de este personaje, El Abuelo, sus experiencias y su vuelo. 

Cuando Seguí decidió escribir sobre el Abuelo, no tenía una consciencia clara de cómo hacerlo, hasta que un día pensó que lo mejor era dejar que él se expresara solo. De esta manera, el autor dice: «Todo pasó, tal como os lo cuento. Hasta el punto que no sé lo que es verdad ni lo que es ficción, pero os diré que siempre me he acercado a esta obra desde la comprensión, sin creerme con derecho a juzgar nada. Me he visto como una persona que está detrás de una cortina que posiblemente nadie ha descorrido antes, que nadie ha traspasado».

El Abuelo sobrevivió a un destino de exilio y dispersión… andando siempre hacia la vida: ¿Volverá a su tierra por la fuerza de los afectos? ¿O su vida se perderá entre el polvo y el viento?