Reyes Alcaide
Pareces amor a primera vista y no lo es; al contrario, eres una conquista ganada con esfuerzo y trabajo, con incursiones cortas pero intensas, con sentimientos temerosos de lo desconocido.
Luego, como un compromiso sin vuelta atrás, me seduces y convences, soltando sedal con sutileza, pero sin posibilidad de eludirlo, contenta de tenerte y disfrutar, con un enlace consentido.
Y, sin remedio, me encuentro en tus brazos, sin compromisos, alardes, ni papeles, aunque tenga que rendirme a veces a la angustia y opresión, pasando de la espera paciente a la euforia inesperada y, a menudo, de la cobardía valiente a la desazón.
Finalmente, te interpreto como si fueras el hijo pródigo que me hace sufrir, aquel que me da alas y que quiero. Pero no es bastante con los buenos sentimientos y las voluntades; entonces recurro a mis mejores aliados para atraerte: los pinceles… y ¡por fin te tengo!